MOTIVACIÓN Y DESMOTIVACIÓN EN EL TRABAJO
Estar motivado, sobre todo en el trabajo, implica reconocer en la actividad que uno realiza aquellos elementos que dan satisfacción personal y profesional, e ir por ellos. Entre ellos podemos nombrar el logro de metas, alcanzar puestos de poder, tomar decisiones importantes, asociarse con otros, pertenecer a algún grupo social en especial, etc.
Tras la motivación hay responsabilidades compartidas entre empresa y trabajador. La primera, empresa, debe generar las instancias “higiénicas” adecuadas para que las personas puedan desarrollar sus funciones cuanto a seguridad, sueldo, calidad de vida, entre otros. Así mismo, la empresa debe reconocer los meritos y esfuerzos a través de capacitación, pasantías, recompensas sociales y, por que no decirlo, económicas también.
La segunda responsabilidad, la del trabajador, es la de dar su 110% en la actividad que desarrolla. Implica dar de si lo mejor para alcanzar las metas y “merecer” las recompensas de la empresa. Para ello, es necesario “automotivarse” día a día, o sea, mentalizar la satisfacción que genera la consecuencia de nuestros actos, lo que nos impulsa a la acción.
La desmotivación, dado lo anterior, consiste en un desinterés generalizado por desarrollar las actividades y funciones del cargo, una pérdida del entusiasmo original por alcanzar metas y una disminución de la energía con la que trabajamos.
La principal causa tras la desmotivación está en la pérdida del sentido que tiene el trabajo en nuestras vidas. Nos desmotivamos cuando nos esforzamos y no recibimos a cambio aquello que nos prometió la organización, como dinero, reconocimiento, desafíos e identidad. Por ende, nos desmotivamos si no nos pagan los montos y en las fechas convenidas, cuando nuestros jefes no reconocen nuestros meritos, cuando caemos en la rutina y cuando la organización de la que somos parte no nos infunde orgullo de pertenecer a ella, entre otros.
Una persona desmotivada para una organización es un peso muerto con el que debe cargar, y se transforma en un gasto permanente en la medida que esta persona, que asumimos competente, no rinde al 100%. Dado lo anterior, fomentar la motivación laboral es una muy buena “inversión” para las organizaciones.
En términos psicológicos, una persona desmotivada puede vivenciar altos niveles de ansiedad y angustia. Es posible reconocer algunos signos como la pérdida de la concentración en las tareas cotidianas, desinterés por cumplir las normas, disminución de los aportes en tareas grupales y esfuerzos muy ajustados al mínimo exigido. Así mismo, puede manifestar acciones de agresividad-pasiva, desde la crítica hasta el boicot. Otras señales son la ausencia de descanso, de apetito y de energía generalizada.
Motivar a las personas en su contexto laboral requiere que las organizaciones determinen y eliminen, en primer lugar, aquello que los desmotiva, por ejemplo cumpliendo lo convenido contractualmente, ajustando las condiciones higiénicas del entorno, estableciendo equidad en el trato y en las oportunidades, etc. Luego, debe fomentar el desarrollo profesional de los/as trabajadores/as, retroalimentar y reconocer el desempeño, proponer desafíos profesionales y brindarle seguridad, identidad y orgullo de trabajar en su organización.
Con todo, gran parte de la motivación nace desde las mismas personas. De nosotros depende ver el vaso medio lleno o medio vacío, y si bien existen muchos elementos que atentan contra nuestra motivación, siempre tenemos la oportunidad de elegir entre hacer de nuestro día un gran día.
Reencantarse con el trabajo requiere de actividades como proponerse metas profesionales a mediano plazo, realistas y satisfactorias, participar activamente de equipos de trabajo, darle un toque personal a las actividades rutinarias, redecorar tu oficina o entorno laboral, compartir con otras personas en la empresa, aprender de los que tiene más experiencia y por último y no menos importante, sonreír más seguido
Tras la motivación hay responsabilidades compartidas entre empresa y trabajador. La primera, empresa, debe generar las instancias “higiénicas” adecuadas para que las personas puedan desarrollar sus funciones cuanto a seguridad, sueldo, calidad de vida, entre otros. Así mismo, la empresa debe reconocer los meritos y esfuerzos a través de capacitación, pasantías, recompensas sociales y, por que no decirlo, económicas también.
La segunda responsabilidad, la del trabajador, es la de dar su 110% en la actividad que desarrolla. Implica dar de si lo mejor para alcanzar las metas y “merecer” las recompensas de la empresa. Para ello, es necesario “automotivarse” día a día, o sea, mentalizar la satisfacción que genera la consecuencia de nuestros actos, lo que nos impulsa a la acción.
La desmotivación, dado lo anterior, consiste en un desinterés generalizado por desarrollar las actividades y funciones del cargo, una pérdida del entusiasmo original por alcanzar metas y una disminución de la energía con la que trabajamos.
La principal causa tras la desmotivación está en la pérdida del sentido que tiene el trabajo en nuestras vidas. Nos desmotivamos cuando nos esforzamos y no recibimos a cambio aquello que nos prometió la organización, como dinero, reconocimiento, desafíos e identidad. Por ende, nos desmotivamos si no nos pagan los montos y en las fechas convenidas, cuando nuestros jefes no reconocen nuestros meritos, cuando caemos en la rutina y cuando la organización de la que somos parte no nos infunde orgullo de pertenecer a ella, entre otros.
Una persona desmotivada para una organización es un peso muerto con el que debe cargar, y se transforma en un gasto permanente en la medida que esta persona, que asumimos competente, no rinde al 100%. Dado lo anterior, fomentar la motivación laboral es una muy buena “inversión” para las organizaciones.
En términos psicológicos, una persona desmotivada puede vivenciar altos niveles de ansiedad y angustia. Es posible reconocer algunos signos como la pérdida de la concentración en las tareas cotidianas, desinterés por cumplir las normas, disminución de los aportes en tareas grupales y esfuerzos muy ajustados al mínimo exigido. Así mismo, puede manifestar acciones de agresividad-pasiva, desde la crítica hasta el boicot. Otras señales son la ausencia de descanso, de apetito y de energía generalizada.
Motivar a las personas en su contexto laboral requiere que las organizaciones determinen y eliminen, en primer lugar, aquello que los desmotiva, por ejemplo cumpliendo lo convenido contractualmente, ajustando las condiciones higiénicas del entorno, estableciendo equidad en el trato y en las oportunidades, etc. Luego, debe fomentar el desarrollo profesional de los/as trabajadores/as, retroalimentar y reconocer el desempeño, proponer desafíos profesionales y brindarle seguridad, identidad y orgullo de trabajar en su organización.
Con todo, gran parte de la motivación nace desde las mismas personas. De nosotros depende ver el vaso medio lleno o medio vacío, y si bien existen muchos elementos que atentan contra nuestra motivación, siempre tenemos la oportunidad de elegir entre hacer de nuestro día un gran día.
Reencantarse con el trabajo requiere de actividades como proponerse metas profesionales a mediano plazo, realistas y satisfactorias, participar activamente de equipos de trabajo, darle un toque personal a las actividades rutinarias, redecorar tu oficina o entorno laboral, compartir con otras personas en la empresa, aprender de los que tiene más experiencia y por último y no menos importante, sonreír más seguido
Comentarios
Coincido que en última instancia, siempre depende de uno motivarse, mas allá de cualquier jefe, salario o circunstancia externa.
Muy bueno el artículo.
Muchas gracias. Sigo buscando soluciones a esta situacion...