¿LIDER O ADMINISTRATIVO DE LA SEGURIDAD?
La respuesta a esta pregunta debe construirse a la luz de las acciones concretas y aportes que las personas ligadas a prevención han realizado y realizan actualmente en su trabajo.
En materia de prevención de accidentes se deben combinar de manera justa y equilibrada el saber técnico con el manejo de los grupos humanos. No basta simplemente saber aplicar la normativa vigente o los procedimientos establecidos para ser un buen Prevencionista, también es necesario “relacionarse” de manera particular con las personas que integran la organización, de forma que pueda transmitir de forma clara su mensaje.
¿Cual es ese mensaje? La prevención debe ser el resultado de un “conductuar” seguro, ajustado a normas y estándares específicos.
Para lograr lo anterior, lo más importante es establecer un vínculo especial con los trabajadores, de modo que sea la confianza y la credibilidad en la figura del Prevencionista lo que facilite la incorporación del mensaje como parte inherente del trabajo, como un valor organizacional que es parte de nuestras funciones.
Cuando confiamos en los demás, nuestras “defensas” (prejuicios, miedos u otros) comienzan a desaparecer, por lo que los mensajes adquieren una connotación de importancia, generando por ende una mayor influencia en nuestra forma de pensar. En este contexto, esto es clave para el Prevencionista y a su vez arrastra una gran responsabilidad ética. Es clave, porque el vínculo de confianza y credibilidad permite imponer autoridad por sobre el poder, y así requiere de menos medidas punitivas para que las personas modifique sus conductas respecto del estándar. Por otro lado, la responsabilidad ética está relacionada con el uso que se le pueda dar a esta vinculación, sobre el cual no existen regulaciones más que los propios valores morales del profesional.
Si un profesional de la prevención (o de la seguridad) genera relaciones humanas basadas en la confianza, y cultiva la credibilidad de su rol en el contexto organizacional, y aplica sus conocimientos técnicos fomentando el cambio actitudinal y las buenas prácticas, estaremos frente a un “líder de la seguridad”.
Ser un verdadero líder en seguridad, implica creer que la verdadera prevención parte en el cambio de la actitud de las personas respecto de la forma en que debe realizar su trabajo y del respecto que tiene por si mismo y por los demás, y por supuesto actuar en conformidad.
Los líderes en seguridad viven de la información actualizada. Son devoradores de información, investigan e integran varias materias relacionadas con su trabajo. Les gusta conocer la opinión de las personas de distintos niveles, manteniendo una mente abierta a los diferentes puntos de vista. Comparten la información con sus pares y colaboradores evitando el egoísmo intelectual.
Los líderes en seguridad definen el éxito de su quehacer cuando los demás son capaces de poner en práctica los lineamientos de un trabajo seguro. También cuando se superan las expectativas de su cargo y cuando los colaboradores reconocen que la gestión realizada ha sido importante en su trabajo.
No existe el conformismo en los líderes en seguridad, porque saben que el riesgo esta siempre presente y que una acción descuidada puede marcar una diferencia en la vida organizacional. Por ello, están permanentemente atentos a las conductas de los trabajadores, a mantener vivo el concepto de seguridad como un valor y a mantener un buen clima laboral.
Por otro lado, si los profesionales sólo se preocupan por “cumplir” con los temas legales y administrativos, incluso cumpliendo de modo preciso sus funciones al interior de la empresa, simplemente serán “administrativos de la seguridad”.
Los administrativos de la seguridad se encargan precisamente de eso, y nada más… cumplen con su trabajo, apoyan a sus jefaturas, realizan informes y participan de reuniones, muchas veces sin aportar más que los datos recolectados. Son buenos profesionales, buenos empleados, pero poco proactivos o “agregadores de valor”.
Estos administrativos trabajan con la información disponible y no son proclives a buscar información adicional por cuenta propia. Esperan cumplir con las exigencias (locus de control externo) y definen el éxito como el cumplimiento de la demanda del cargo y los objetivos que se han propuesto para el departamento o unidad a la que pertenecen. Están prestos a cumplir órdenes y a acatar instrucciones. En algunos casos incluso prefieren pasar desapercibidos en reuniones de trabajo, ya que no tienen nada nuevo que aportar o simplemente les da vergüenza. En casos extremos, suelen autodenominarse líderes en seguridad o prevención, pero quedan en evidencia al reflejar poco o nada de las conductas o acciones requeridas (y mencionadas anteriormente) para llegar a serlo.
Ser líder o administrativo de la seguridad depende únicamente de nosotros. Espero que al finalizar este artículo, usted ya haya decidido si desde hoy será un Líder o un Administrativo de la seguridad…
by Kurt Goldman Zuloaga, julio 2010.
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