DNC Y PERSONALIDAD ¿DEBEMOS CAPACITARLOS A TODOS?
Al realizar una Detección
de Necesidades de Capacitación (DNC) debemos determinar las brechas de
competencia de una persona respecto de sus funciones y puesto de trabajo. Sin embargo,
debemos ser cuidadosos de la metodología con que se pretende cerrar esa brecha,
o considerando la práctica actual: a quienes se envía a capacitar…
Un reciente dato, que
aparece como resultado de una tesina realizada en un Hospital de Santiago de
Chile, 2011, y en el que tuve el honor de participar como asesor especialista, indica
que debemos
considerar la estructura de personalidad de los participantes como una variable
relevante a la hora de diseñar actividades de capacitación, ya que incide en la
implementación exitosa de las actividades prácticas y en la transferencia al
puesto de trabajo.
El estudio midió el impacto
de proyectos que se han implementado el Hospital durante los últimos tres años.
Estos proyectos también son tesinas de un diplomado pagado por el hospital para
funcionarios que cumplen rol de jefatura.
Se les consultó a los
propios integrantes de cada equipo que desarrolló el proyecto acerca del nivel
de implementación del proyecto (medido en %, con rubrica y solicitud de
evidencia), así también a sus jefaturas (Patrocinantes). También se consultó
por las razones del nivel de implementación en aquellos casos donde los
porcentajes fueron menores al 75%.
Se dividió el grupo de 15
proyectos (tesinas) en dos categorías, ALTO impacto y BAJO impacto, definido
como el porcentaje percibido y evidenciado de avance e implementación del
mismo, promediado entre las opiniones de los participantes del equipo y las
jefaturas.
A todos los profesionales
que implementaron los proyectos, se les aplicó el test D.I.S.C. para verificar si
existen diferencias en la estructura de personalidad entre ambos grupos (ALTO impacto
y BAJO impacto), dato que podría estar influenciando el resultado de la
implementación.
En general, los resultados
indican que las personas que integran equipos de ALTO impacto, tienden a ser más
perfeccionistas, metódicos, analíticos y sensatos, mientras que los equipos
BAJOS, en tienden a la inactividad, serenos, relajados, predecibles y conformes.
Sometidos a estrés, los
integrantes de equipos con ALTO impacto tienden a ser más predecibles, trabajan en
equipo y son más pacientes. Además se vuelven más perseverantes, presumidos,
sensatos y analíticos, mientras que en mismas circunstancias los miembros de
equipos con BAJO impacto se vuelven más exigentes, extrovertidos y
descontentos, así como también inseguros y dependientes.
Con este estudio se pudo
concluir que si bien pueden existir variables que inciden en el resultado de
estas implementaciones, es claro que la estructura de personalidad
juega un papel relevante en éxito de la implementación de proyectos en el
contexto laboral, lo que podría extrapolarse a la transferencia de los
aprendizajes al puesto de trabajo.
Lo anterior explicaría,
entre otras variables por supuesto, parte del “porqué” del bajo impacto de los
cursos de capacitación o proyectos en las organizaciones, sobretodo aquellos
que requieren de la motivación y compromiso de las personas para su implementación
exitosa.
Además, los costos de un
cursos o diplomados que no generan los resultados esperados son tremendos,
llegando, según los resultados de esta tesina, a considerar pérdidas estimadas
del 40% de la inversión realizada en los tres años.
Esta conclusión supone,
entre otros, el desafío de caracterizar a los participantes de los programas de
capacitación, en cuanto a ciertas variables psicológicas (personalidad,
aprendizaje, autoestima u otros) para poder implementar la metodología adecuada
al caso. Respondiendo la pregunta del titulo, SI debemos capacitarlos a todos,
pero NO de la misma forma.
Santiago de Chile, Diciembre 2011.
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