Storytelling: ¿De qué sirve tener datos si nadie los recuerda?



Tenemos dashboards, reportes, KPIs y métricas por todos lados. Pero seamos honestos: ¿Cuántas veces una buena decisión se tomó solo mirando una tabla? El verdadero problema hoy no es la falta de datos, sino la dificultad para convertirlos en mensajes comprensibles, memorables y accionables. Ahí es donde el storytelling aplicado a los datos deja de ser una moda y se vuelve una competencia clave.

El storytelling de datos no consiste en “adornar” la información ni en hacerla más bonita. Se trata de darle sentido, de construir un relato que permita entender qué está pasando, por qué importa y qué deberíamos hacer al respecto. En un contexto organizacional saturado de información, quien logra contar bien los datos, lidera la conversación.

Del dato al significado

Un gráfico puede mostrar una caída en ventas del 8%. Un buen relato explica qué hay detrás de esa caída, cómo se conecta con decisiones anteriores, con el contexto del mercado y con la experiencia del cliente. Los datos, por sí solos, informan; las historias movilizan. Y esa diferencia es crítica cuando se trata de convencer a un directorio, alinear a un equipo o priorizar recursos.

Empresas como Netflix, Airbnb o Amazon son referentes en este ámbito. No solo analizan grandes volúmenes de datos, sino que los traducen en narrativas claras para la toma de decisiones: qué contenidos producir, qué experiencias mejorar o qué procesos optimizar. El dato es el punto de partida; la historia es el puente hacia la acción.

Storytelling no es opinión, es estructura

Uno de los mitos más comunes es pensar que contar historias con datos resta rigor. Ocurre exactamente lo contrario. Un buen storytelling de datos exige mayor claridad conceptual, mejores preguntas y una estructura lógica sólida. Implica definir un mensaje central, seleccionar los datos relevantes (no todos), ordenarlos con intención y presentarlos pensando en la audiencia.

Aquí el rol del líder, del analista o del profesional es clave: ¿qué quiero que la otra persona entienda, sienta y haga después de ver estos datos? Sin esa pregunta, el reporte se vuelve solo un ejercicio técnico.

Conectar con la audiencia correcta

No es lo mismo presentar datos a un equipo operativo que a una alta gerencia. El storytelling aplicado a los datos exige empatía cognitiva: entender qué le importa a quien escucha, qué lenguaje maneja y qué decisiones tiene en sus manos. Un buen relato no simplifica en exceso, pero tampoco abruma. Prioriza, conecta y enfoca.

Además, cuando los datos se integran a una historia, se reduce la resistencia al cambio. Las personas no se oponen a los números; se oponen a no entenderlos o a no verse reflejadas en ellos. El relato permite justamente eso: generar comprensión y sentido compartido.

Es una competencia estratégica

Hoy, el storytelling de datos es una competencia transversal. No es exclusiva de analistas, ni de áreas de control de gestión. La necesitan líderes, jefaturas, profesionales de RR.HH., finanzas, marketing y operaciones. Quien sabe contar bien los datos, influye mejor.

La diferencia no la hace quien tiene más información, sino quien logra transformarla en decisiones claras, conversaciones productivas y acciones concretas.

Kurt

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