CAJA DE HERRAMIENTAS

He visto estudiantes de psicología entusiasmados con consolidar su identidad de “psicólogo” poniéndose la camiseta de una corriente, paradigma o teoría de turno. Y más que de turno, es la que le acomoda más, o le gusta más, o simplemente le es más fácil, o tiene mas reconocimientos y meritos, o sus fundadores son más conocidos, que se yo.

Los hay de todos los tipos: los que alguna vez pasaron por un laboratorio de conducta y creen, hoy por hoy, que toda la psicología se reduce al conductismo pavloviano; o por otro lado, quienes se fascinan con sumergirse en lo mas profundo de la mente de la mano del inolvidable e inconfundible Freud. Otros, lucen un transpersonalismo o humanismo tan orgullosamente como los que se desviven con su cognitivismo purista o conductual.

Si me preguntan a mi (y he decidido que esta será mi bandera de lucha) la psicología –en general- es una CAJA DE HERRAMIENTAS. Un misterioso baúl desde donde yo puedo extraer las más variadas herramientas: martillos, alicates, clavos, sierras, tijeras, etc etc., las que representan a cada una de las teorías antes mencionadas.

Veamos un ejemplo: si me piden doblar o cortar un alambre, es altamente probable que mire hacia mi caja de herramientas y elija mi alicate preferido. Este alicate es preciso para tal tarea, lo que me asegura que, dentro del propósito para el cual fue construido, el alicate será útil para dicha función. Sin embargo, ¿podría yo sacar un clavo de la madera con un alicate? ¡Por supuesto que si!, y ¿podría clavar un clavo en la madera con el mismo alicate? ¡por supuesto que si!, y ¿podría cortar la madera? Si.

Parece contradictorio, pero podríamos hacer muchas cosas con mi simple alicate, cosas como las recién nombradas, aunque con una precisión, facilidad y calidad muy por debajo de la que podríamos alcanzar si utilizáramos la herramienta correcta.

Mi representación de la psicología es lo mismo: podríamos forzar utilizar una teoría para tratar o analizar conductas de las personas, cegándonos a que existe, por experiencia, teorías o corrientes que tienen más impacto en el logro de resultados, por lo que mi propuesta se abre hacia una postura mucho más ecléctica y unificadora que una atomizadora.

En la práctica podemos decir que hay casos en los que una visión sistémica puede ser más enriquecedora cuando analizamos el comportamiento agresivo de un hijo “del medio” en una familia, comparado con un psicoanálisis el niño. O por otro lado, una visión Humanista nos ayuda a orientar mejor a una joven que ha perdido el sentido de la vida, versus una terapia completamente conductual. Así mismo, casos como la depresión pueden analizarse desde miradas complementarias de diversas teorías de acuerdo a la etapa de tratamiento.

En definitiva, los psicólogos debiéramos llevar siempre nuestra maleta o caja de herramientas que nos permita tener a mano no aquello que nos dé prestigio o identidad, sino aquello que nos permita, REALMENTE AYUDAR a las personas que solicitan nuestros servicios profesionales.

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