PLATAFORMAS DE CAUSA
Lo más importante cuando se levanta un edificio son los cimientos. La base es fundamental para que la estructura se sostenga y mantenga firme. Hoy incluso se construyen edificios anti-sismicos, resistentes a temblores y terremotos. Y todo gracias al diseño y construcción de sólidas plataformas.
Para efectos de esta nota, definiré como Plataforma de Causa como aquel conjunto de elementos que configuran y determinan, en parte o totalmente, el funcionamiento de un sistema. En una organización, la Plataforma de Causa esta constituida por la estrategia, declaración de misión y visión, procesos, entre otros. En las personas, esta plataforma
Si bien la simple homologación de este hecho permite ejemplificar muchas relaciones “estructurales” en las organizaciones y personas, me gustaría hacer un par de reflexiones del real impacto de tal hecho.
He visto en algunas organizaciones que licitan cursos o consultorías para resolver conflictos, motivar o facilitar que las personas laboren en equipo gastando no poco en estos cursos que duran 8 o 16 horas. También he visto a psicólogos ofertar y realizar cursos anti-estrés con contenidos o actividades de relajación, imaginería y otros, acompañados siempre del infaltable incienso.
Lo anterior me recuerda que ante un insoportable dolor de muelas, me automediqué (ustedes no lo hagan) antiinflamatorios y analgésicos. Y el dolor pasa. No duele. Por lo menos por un tiempo. El hecho es que después de un par de horas el dolor vuelve, y más fuerte. ¿Por que? Porque la causa misma aún está ahí, y no dejará de molestar hasta que sea extirpada, intervenida o atendida. Sólo así se deja de gastar en analgésicos.
En las personas pasa lo mismo. Cuando uno dice “mi trabajo me estresa”, lo primero que uno piensa es irse de vacaciones, o si lo comentamos no falta quien nos dice “debes relajarte”: ambas ideas, desde mi particular punto de vista son extremadamente vacías y poco aportativas. La permito siempre que venga de una madrina, la abuela o la tía, pero no de un profesional y menos de un psicólogo, quien tiene el deber de decir algo que, por lo mínimo, valga el valor del bono nivel 1.
En el caso anterior el análisis debe centrarse en la plataforma y no en los síntomas. Recordemos que el “estrés”, cuando se nos escapa de las manos, se convierte en un mal aliado, nos complica la vida. Un analgésico común es irse de vacaciones el fin de semana. Pero ¿que pasa al regreso? ¿A cuántos no les duele el estómago el domingo a medio día al pensar que mañana es lunes? Eso pasa con el analgésico, el dolor vuelve.
Cuando centro el análisis en la plataforma me cuestiono ¿Cuáles son los síntomas que me estoy vivenciando? ¿Qué hechos del día me los causan? ¿Qué personas me generan estrés? ¿Qué actividades son las que evito hacer por estresantes? ¿Cómo estoy administrando mi tiempo? ¿Tengo sobrecarga de trabajo? ¿Me alcanza el sueldo? ¿Cómo administro mi dinero? Y un largo etcétera de otras preguntas que permiten acercarnos a la raíz del problema e intervenir la causa primera.
A modo de ejemplo: un director de escuela me comentó “sabe, lo único que quiero es irme de vacaciones, porque gestionar este colegio me tiene estresado”. Al profundizar en la conversación, el director me comento que entre sus funciones él tenia que verificar que el personal administrativo hiciera bien el trabajo encomendado, debía recepcionar solicitudes, atender apoderados, asistir a reuniones no agendadas y llevar el control de los dineros en su cuaderno de cuentas.
Evidentemente, y quiero ser enfático, la solución en este caso puntual no pasa, como creerían muchos amigos psicólogos míos, por irse a las Bahamas a descansar sobre una hamaca, ya que el “desorden” iba a estar donde mismo lo dejaba. La intervención pasa por una reestructuración de la “plataforma” de gestión del colegio, vale decir: creación de una agenda con la programación de actividades semanales, instrucción al personal, descentralización de procesos y un eventual empoderamiento de decisiones, creación de manuales de procedimientos, capacitación en el uso de tecnologías de información e implementación de un pequeño tablero de gestión. Después de esto podríamos pensar en el descanso, porque ya ordenó la casa.
Por otro lado, en las organizaciones pasa lo mismo. El empleado de una empresa que distribuye productos me comentó que, en el corto plazo, iban a contratar un curso de ventas para aumentar las utilidades. Una revisión en conjunto de los procesos involucrados en la Plataforma de Causa de su empresa les hizo ver que sus empleados eran buenos vendedores, pero que existen procesos que entorpecen mayores ventas: “luego que cierro una venta exitosa, o sea gran cantidad de productos, tengo que volver a la empresa, cargar la camioneta y regresar donde mi cliente para entregar el pedido, lo que muchas veces me demora 1 o 2 días”. El problema no es el vendedor, si se dieron cuenta, son los procesos. En este caso la intervención no pasa por las personas, sino por reestructurar la Plataforma de Causa: se separó la gestión de venta de la de distribución, permitiendo que el vendedor visite 3 a 5 empresas diarias, y en caso de pedidos, este pudiese comunicarse a la “central”, desde donde se despacharían inmediatamente los productos de encontrarse en bodega, aumentando las utilidades al desenredar “nudos” generados por procesos sin sentido.
Recuerdo escuchar a un profesor decir que el rol del psicólogo, ante la desnutrición de recién nacidos y niños en poblaciones y “tomas” de terreno, era “asegurar la relación de apego entre la madre y el bebé, para hacer que el té del desayuno les sea más nutritivo”. También recuerdo el debate en esa clase, lo que me costó ser recordado por el profesor como el joven “de la leche”. En esa oportunidad, y lo reafirmo hoy, expuse que es inaceptable cegarnos ante una realidad tan evidente que es la escasez de alimento, y que el sentido común me instaba a encontrar, ya sea por donación, colecta u otra vía la leche necesaria y, sólo después de haberla conseguido y distribuida, entonces intervenir en el apego y las relaciones madre/hijo. En otras palabras, es más eficaz nuestro aporte cuando construimos o modificamos la Plataforma de Causa (“leche”, asistencia social, redes de apoyo, otros) antes de edificar encima.
En resumen, el estudio de las Plataformas de Causa permite un cambio real en aquello que intervenimos y canalizar esfuerzos y recursos, por pocos que sean, hacia un trabajo eficiente y con buenos resultados.
Para efectos de esta nota, definiré como Plataforma de Causa como aquel conjunto de elementos que configuran y determinan, en parte o totalmente, el funcionamiento de un sistema. En una organización, la Plataforma de Causa esta constituida por la estrategia, declaración de misión y visión, procesos, entre otros. En las personas, esta plataforma
Si bien la simple homologación de este hecho permite ejemplificar muchas relaciones “estructurales” en las organizaciones y personas, me gustaría hacer un par de reflexiones del real impacto de tal hecho.
He visto en algunas organizaciones que licitan cursos o consultorías para resolver conflictos, motivar o facilitar que las personas laboren en equipo gastando no poco en estos cursos que duran 8 o 16 horas. También he visto a psicólogos ofertar y realizar cursos anti-estrés con contenidos o actividades de relajación, imaginería y otros, acompañados siempre del infaltable incienso.
Lo anterior me recuerda que ante un insoportable dolor de muelas, me automediqué (ustedes no lo hagan) antiinflamatorios y analgésicos. Y el dolor pasa. No duele. Por lo menos por un tiempo. El hecho es que después de un par de horas el dolor vuelve, y más fuerte. ¿Por que? Porque la causa misma aún está ahí, y no dejará de molestar hasta que sea extirpada, intervenida o atendida. Sólo así se deja de gastar en analgésicos.
En las personas pasa lo mismo. Cuando uno dice “mi trabajo me estresa”, lo primero que uno piensa es irse de vacaciones, o si lo comentamos no falta quien nos dice “debes relajarte”: ambas ideas, desde mi particular punto de vista son extremadamente vacías y poco aportativas. La permito siempre que venga de una madrina, la abuela o la tía, pero no de un profesional y menos de un psicólogo, quien tiene el deber de decir algo que, por lo mínimo, valga el valor del bono nivel 1.
En el caso anterior el análisis debe centrarse en la plataforma y no en los síntomas. Recordemos que el “estrés”, cuando se nos escapa de las manos, se convierte en un mal aliado, nos complica la vida. Un analgésico común es irse de vacaciones el fin de semana. Pero ¿que pasa al regreso? ¿A cuántos no les duele el estómago el domingo a medio día al pensar que mañana es lunes? Eso pasa con el analgésico, el dolor vuelve.
Cuando centro el análisis en la plataforma me cuestiono ¿Cuáles son los síntomas que me estoy vivenciando? ¿Qué hechos del día me los causan? ¿Qué personas me generan estrés? ¿Qué actividades son las que evito hacer por estresantes? ¿Cómo estoy administrando mi tiempo? ¿Tengo sobrecarga de trabajo? ¿Me alcanza el sueldo? ¿Cómo administro mi dinero? Y un largo etcétera de otras preguntas que permiten acercarnos a la raíz del problema e intervenir la causa primera.
A modo de ejemplo: un director de escuela me comentó “sabe, lo único que quiero es irme de vacaciones, porque gestionar este colegio me tiene estresado”. Al profundizar en la conversación, el director me comento que entre sus funciones él tenia que verificar que el personal administrativo hiciera bien el trabajo encomendado, debía recepcionar solicitudes, atender apoderados, asistir a reuniones no agendadas y llevar el control de los dineros en su cuaderno de cuentas.
Evidentemente, y quiero ser enfático, la solución en este caso puntual no pasa, como creerían muchos amigos psicólogos míos, por irse a las Bahamas a descansar sobre una hamaca, ya que el “desorden” iba a estar donde mismo lo dejaba. La intervención pasa por una reestructuración de la “plataforma” de gestión del colegio, vale decir: creación de una agenda con la programación de actividades semanales, instrucción al personal, descentralización de procesos y un eventual empoderamiento de decisiones, creación de manuales de procedimientos, capacitación en el uso de tecnologías de información e implementación de un pequeño tablero de gestión. Después de esto podríamos pensar en el descanso, porque ya ordenó la casa.
Por otro lado, en las organizaciones pasa lo mismo. El empleado de una empresa que distribuye productos me comentó que, en el corto plazo, iban a contratar un curso de ventas para aumentar las utilidades. Una revisión en conjunto de los procesos involucrados en la Plataforma de Causa de su empresa les hizo ver que sus empleados eran buenos vendedores, pero que existen procesos que entorpecen mayores ventas: “luego que cierro una venta exitosa, o sea gran cantidad de productos, tengo que volver a la empresa, cargar la camioneta y regresar donde mi cliente para entregar el pedido, lo que muchas veces me demora 1 o 2 días”. El problema no es el vendedor, si se dieron cuenta, son los procesos. En este caso la intervención no pasa por las personas, sino por reestructurar la Plataforma de Causa: se separó la gestión de venta de la de distribución, permitiendo que el vendedor visite 3 a 5 empresas diarias, y en caso de pedidos, este pudiese comunicarse a la “central”, desde donde se despacharían inmediatamente los productos de encontrarse en bodega, aumentando las utilidades al desenredar “nudos” generados por procesos sin sentido.
Recuerdo escuchar a un profesor decir que el rol del psicólogo, ante la desnutrición de recién nacidos y niños en poblaciones y “tomas” de terreno, era “asegurar la relación de apego entre la madre y el bebé, para hacer que el té del desayuno les sea más nutritivo”. También recuerdo el debate en esa clase, lo que me costó ser recordado por el profesor como el joven “de la leche”. En esa oportunidad, y lo reafirmo hoy, expuse que es inaceptable cegarnos ante una realidad tan evidente que es la escasez de alimento, y que el sentido común me instaba a encontrar, ya sea por donación, colecta u otra vía la leche necesaria y, sólo después de haberla conseguido y distribuida, entonces intervenir en el apego y las relaciones madre/hijo. En otras palabras, es más eficaz nuestro aporte cuando construimos o modificamos la Plataforma de Causa (“leche”, asistencia social, redes de apoyo, otros) antes de edificar encima.
En resumen, el estudio de las Plataformas de Causa permite un cambio real en aquello que intervenimos y canalizar esfuerzos y recursos, por pocos que sean, hacia un trabajo eficiente y con buenos resultados.
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