DEPENDENCIA A LOS ARTEFACTOS ELECTRÓNICOS
Ya cuando la alarma del Outlook sonaba por 5 vez durante la reunión de planificación, avisándole al gerente que estaba atrasado en quien sabe cuantas otras reuniones o tareas, es que me empecé a cuestionar cuan dependientes de la tecnología, o mejor dicho de los artefactos electrónicos nos hemos vuelto.
Lo que otrora hacíamos en una agenda cuyas tapas eran de cuero con nuestro nombre grabado en el lado inferior derecho, hoy lo hacemos en un aparato ultra tecnológico (tipo Palm), notebook o PC. Y por supuesto no utilizamos el lápiz Bic o lapicera a tinta, sino que el teclado o dibujando sobre una pantalla al toque.
Parece ser que, utilizando el lenguaje de negocios, hemos ido de a poco “tercerizando” las funciones de memoria y pensamiento entre otros, con un “outsourcing” bastante competente, que además cabe en tu bolsillo.
Si bien los beneficios son universales y altamente provechosos, pienso que esta psico-tecno-dependencia nos puede traer más de un inconveniente, principalmente al responderme la pregunta ¿y que hacemos cuando nos roben el celular, donde estaban todos nuestros números telefónicos? O ¿Qué pasa cuando se cae el sistema, y perdamos todos nuestros contactos, tareas y correos? O ante una pregunta mucho más básica y primitiva ¿Qué sería de la humanidad si no contara con energía eléctrica? La conclusión podría ser no muy atractiva.
Cuando yo estudié metodología de la investigación tuve que aprender formulas estadísticas y resolver cálculos “a mano”, los mismos que hoy se enseñan a través de un paquete estadístico e ingresando datos en el PC, lo que es solo un ejemplo entre tantos otros de que la tecnología, como herramienta, es un gran aliado del ser humano.
¿Pero que pasa cuando deja de ser una herramienta y pasa a ser la finalidad? Y utilizando el mismo ejemplo anterior es el psicólogo u otro profesional que no comprende el cálculo tras el número arrojado por el programa estadístico, o cuando no somos capaces de planificar u organizarnos sin tener un computador al frente?.
Dejo hasta acá esta nota, ya que mi Outlook me avisa que tengo una reunión en 10 minutos más…
Lo que otrora hacíamos en una agenda cuyas tapas eran de cuero con nuestro nombre grabado en el lado inferior derecho, hoy lo hacemos en un aparato ultra tecnológico (tipo Palm), notebook o PC. Y por supuesto no utilizamos el lápiz Bic o lapicera a tinta, sino que el teclado o dibujando sobre una pantalla al toque.
Parece ser que, utilizando el lenguaje de negocios, hemos ido de a poco “tercerizando” las funciones de memoria y pensamiento entre otros, con un “outsourcing” bastante competente, que además cabe en tu bolsillo.
Si bien los beneficios son universales y altamente provechosos, pienso que esta psico-tecno-dependencia nos puede traer más de un inconveniente, principalmente al responderme la pregunta ¿y que hacemos cuando nos roben el celular, donde estaban todos nuestros números telefónicos? O ¿Qué pasa cuando se cae el sistema, y perdamos todos nuestros contactos, tareas y correos? O ante una pregunta mucho más básica y primitiva ¿Qué sería de la humanidad si no contara con energía eléctrica? La conclusión podría ser no muy atractiva.
Cuando yo estudié metodología de la investigación tuve que aprender formulas estadísticas y resolver cálculos “a mano”, los mismos que hoy se enseñan a través de un paquete estadístico e ingresando datos en el PC, lo que es solo un ejemplo entre tantos otros de que la tecnología, como herramienta, es un gran aliado del ser humano.
¿Pero que pasa cuando deja de ser una herramienta y pasa a ser la finalidad? Y utilizando el mismo ejemplo anterior es el psicólogo u otro profesional que no comprende el cálculo tras el número arrojado por el programa estadístico, o cuando no somos capaces de planificar u organizarnos sin tener un computador al frente?.
Dejo hasta acá esta nota, ya que mi Outlook me avisa que tengo una reunión en 10 minutos más…
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